¡Presidente Santos piensa legalizar la mariguana!
Las disposiciones del proyecto proponen que el Estado asuma el control y la regulación de las actividades de importación, exportación, cultivo, producción, almacenamiento y posesión de las semillas de la planta de cannabis. Además, permite el uso terapéutico de la misma. Los beneficios están científicamente comprobados: mejora las condiciones médicas de personas que padecen dolencias como fibromialgia (dolores musculares y fatiga), dolor neuropático y dolor asociado con diagnóstico de cáncer. Además, hay estudios que plantean el potencial del cannabis medicinal en trastornos de los hábitos alimentarios y la nutrición, o patologías crónicas como anorexia, bulimia, colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn.

La legalización para uso medicinal no es una propuesta novedosa en el mundo. En Estados Unidos se permite en 25 estados, y diversos estudios han mostrado resultados positivos. En Colombia, el presidente Juan Manuel Santos, los ministerios de Justicia y de Salud, el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) y el Fondo Nacional de Estupefacientes han expresado su apoyo a la medida. Es, a todas luces una decisión sensata que parece sencilla. Genera esperanza que este nuevo intento legislativo cuente con la firma de miembros de casi todos los partidos políticos, además de un apoyo vehemente por parte del Gobierno. Desde este espacio les pedimos que no desfallezcan: el país necesita esta medida.

Entre otras razones, la legalización de la marihuana medicinal estaría cumpliendo, por fin, el mandato de la Corte Constitucional y del artículo 49 de la Constitución. No hay motivos válidos, ni científicos ni de corte moral, en contra de la medida. ¿Podrá el Congreso demostrar por fin que estos temas “polémicos” no lo llevan a inutilizarse? Colombia necesita de su seriedad y liderazgo.

Pero no puede quedar duda: esto es sólo el principio de un debate mayor que debe darse sobre la legalización de la marihuana —en todos los casos— y de la droga como nueva política pública para combatir este problema que es, al mismo tiempo, de salud pública y seguridad nacional. Los defensores del proyecto de ley han tenido que ir con mucho cuidado argumentativo para asegurarles al país y a los demás congresistas que este proyecto sólo cubre el uso medicinal de la droga. ¿Por qué? ¿Es acaso impensable, sabiendo lo que hoy día sabemos sobre el fracaso de la guerra contra el narcotráfico, plantear un debate serio sobre una nueva aproximación al tema de las drogas?

No seríamos el primer país en dar esa discusión, pero, por nuestro rol de exportadores, estamos llamados a ser uno de los actores esenciales en ese debate. El tema ya ha tenido éxito en lugares inesperados. Colorado, Estados Unidos, lleva dos años con la marihuana para usos recreacionales legalizada y los cambios son visibles: reducción en la criminalidad por ofensas relacionadas a las drogas, menos desempleo, boom económico e ingresos adicionales en impuestos por un total de US$40 millones. ¿A eso le tememos?

Claro, el contexto es distinto, y sí, en Colombia hay otro montón de consideraciones que habría que aclarar en el debate, pero eso no es razón para la cobardía legislativa. Por nuestros derechos individuales y colectivos, es momento de que legalizar la droga deje de ser un tema tabú.

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